miércoles, 30 de mayo de 2012

Breve apunte sobre un artículo de M. Richard Williamson ante la ya inocultable traición.

Domingo 27 mayo 2012
– ELEISON CCLIV
Foto tomada de Radio Cristiandad

Dice M. Williamson:
“Libros enteros han sido escritos sobre el tema de la libertad religiosa como la enseña el Concilio Vaticano II en su Declaración de 1965, Dignitatis Humanae. No obstante, la enseñanza revolucionaria de ese documento es clara: dada la dignidad natural de cada ser humano, ningún estado ni grupo social ni poder humano alguno puede obligar o forzar a hombre o grupo de hombres a actuar, en privado o en público, en contra de sus propias creencias religiosas, siempre y cuando se observe el orden público (DH # 2).

“Por el contrario, la Iglesia Católica siempre enseñó, hasta el Concilio Vaticano II, que todo Estado en cuanto tal tiene el derecho y aun el deber de impedir coercitivamente a sus ciudadanos de practicar públicamente cualquiera de sus falsas religiones, id est, todas las religiones no católicas, en tanto que tal imposición sea útil y no perjudicial para la salvación de las almas... 

Estos dos párrafos retratan una situación correctamente descrita como revolucionaria por el obispo, el cual, como obispo, enfatiza que la salvación de las almas es lo propio de la Iglesia; y que cualquier criterio contrario es devastador de su naturaleza misma. 

Para ello conviene analizar si el documento conciliar Dignitatis Humanae que parte del concepto de lo que es la dignidad humana para predicar lo correspondiente es válido; o, si por el contrario, es fraudulento como en el fondo denuncia M. Williamson.

Veamos: