viernes, 3 de julio de 2009

Conmemorando a Darwin



Darwin, el Diablo, y el Fraude más Grande y Ridículo de Todos los Tiempos
Y fue arrojado el gran Dragón,
la Serpiente antigua, el llamado
Diablo y Satanás, el que traía
engañado al mundo entero (Apoc 12:9)
I
Muchos hay que no dan crédito: Hombres de ciencia de indudable talento niegan la existencia misma de Dios. ¿Por qué?
Debiera ser evidente que el autor puede ser objeto de la envidia, y después del odio del descubridor, ya que el autor lo es todo, y el descubridor le presta sus servicios y revela su grandeza. Pero, ¿y si el Creador no existiera? Entonces el descubridor se quedaría con todo el crédito, su descubrimiento pasaría a los ojos del mundo como una creación única. Nada más que agradecer a nadie más.
Hay entre los hombres quienes quieren, como Luzbel, ser adorados.
La suplantación completa del Creador tiene el sentido perverso del `todo o nada'. Pretender robarle a Dios una parte de su obra equivaldría a ser desenmascarado como pirata por la parte restante, y los evolucionistas quieren ser adorados en serio, como su jefe pretendió desde el principio. Eso hace del ateísmo una posición intelectual tan fiera como intransigente.
II

El origen religioso del darwinismo está en el Talmud

" R. Eleazar further stated: What is meant by the Scriptural text, This is now bone of my bones, and flesh of my flesh? This teaches that Adam had intercourse with every beast and animal but found no satisfaction until he cohabited with Eve. (Talmud:Yebamoth 63a.)"
Traducción: "El rabino Eleazar añadió: ¿Qué quiere decir la Escritura con "Esta si es carne de mi carne y hueso de mis huesos? Esto nos enseña que Adán tuvo relaciones sexuales con toda bestia y animal pero no quedó satisfecho hasta que las tuvo con Eva. (Talmud:Yebamoth 63a)".
Esta peculiar interpretación de Génesis 2:23 la necesitaba el rabinato para explicar en el Talmud por qué sólo los judíos son plenamente humanos. Por qué sólo ellos pueden tener la patria potestad sobre sus hijos, ser propietarios, Etc. Como esta explicación en vez de convencernos de la superioridad judía habría provocado carcajadas, se hacía imperativa otra justificación, y no había en 1859 en que Darwin publicó refugio más acreditado que "la ciencia".
Si le parece ridículo que Adán tuviera relaciones sexuales con todos los animales del Jardín del Edén, y más aún antes de que estuviera genitalmente dotado (el sexo hace aparición en Génesis después del Pecado Original, y para nada se hubiera justificado sin Eva), no le va a parecer menos ridícula la explicación "científica" sustitutiva después de este breve análisis:
1º Las ciencias han adquirido prestigio como construcciones experimentales. Lo que no se puede comprobar no amerita que se le dé por comprobado. Obvio.
Darwin alcanzo rápida fama. No se la otorgaron los penalistas por perpetrar un fraude, que hubiera sido lo correcto; no. Se la otorgó la ignorancia a pesar de los reproches iniciales de la misma prensa diaria: "Lo que el señor Darwin parece haber olvidado --le dijo la prensa tras la presentación de su libro-- es que nosotros, los ingleses, somos una nación de criadores de perros y caballos; y tan competentes en estos menesteres que nadie en el mundo pone en duda nuestra competencia. Pues bien, a pesar de ello, y de nuestra aplicación multisecular, jamás hemos visto que un caballo pase de ser un caballo, o que un perro pase de ser un perro".
Nadie lo ha visto. La prensa inglesa se redujo al mínimo exigible: un solo caso. La contestación, sin embargo, reclamaba mucho más de un caso. Iba a requerir de todo el sistema ecológico con millones de millones de seres vivos transformándose simultáneamente en seres distintos, pero perfectos; y para colmos ensamblándose dentro del proceso en un sistema único, interconectado y autosustentable. Hasta hoy no hemos visto un solo caso, mucho menos los millones de casos requeridos. La prensa inglesa del momento sigue victoriosa sobre Darwin 150 años después: Ni un solo caso.
III
Y los evolucionistas, para una más sonora carcajada, se refugiaron en lo único que les quedaba: ¡Es que hacen falta millones de años!
Ahora, para no dejar la carcajada en veremos nos metemos a un juzgado:
--Señor juez: Entienda usted por favor que el banco se asaltó solo.
--Está usted loco, los bancos no se asaltan solos.
--Pregúntele a la Secretaría de Educación. Que se dé un caso una vez cada mil años demuestra que no es imposible, prueba únicamente que apenas está viviendo su señoría lo suficiente.
--¡No me obligue a dictar en su contra un interdicto de demente abogado!
--Mire Señoría, si los changos se volvieron hombres por tener tiempo suficiente para ello, y cuántos hombres acaban suicidándose. . . ¡Pruébeme usted el IMPOSIBLE de que los bancos, tan evolucionados como los tenemos hoy, no puedan asaltarse solos! Consulte usted con la SEP señor Juez.
Para ayudar al juez, obviamente, habría que comenzar por los changos que promueve la Secretaría de Educación Pública, y así lo entiende el agente del Ministerio Público:
--Su Señoría, ese argumento sobre el tiempo se lo resuelvo con el ejemplo de mi suegra. . .
--Adelante, señor fiscal.
--Puras arrugas señor juez.
--Gracias, señor fiscal. En efecto, lo único que deja el tiempo señor abogado de la defensa, son arrugas, huesos áridos y ruinas. Nunca ha dejado otra cosa, ni edificio hay que no requiera mantenimiento. Dada la naturaleza siempre destructiva del tiempo, el peor refugio para una teoría disparatada que no puede ofrecer una sola prueba viable es el destructivo transcurrir del tiempo.
--¡Pero los dinosaurios Su Señoría!
--Precisamente abogado. ¿Dónde están los dinosaurios?
--Se extinguieron en el Cretáceo, la última etapa del Mesozoico, hará unos 70 millones de años.
--Sin concederle nada de sus millones, abogado, así de destructivo es el tiempo; y junto con ellos han desaparecido incontables otras especies, lo que prueba lo contrario a la evolución. Es contradictorio afirmar que todo ha evolucionado sin poder aportar una prueba, para luego afirmar que los dinosaurios no pudieron evolucionar, adaptarse, y por consiguiente ¡desaparecieron!
Interviene el secretario del juzgado:
-- Si Su Señoría me permite. . .
-- ¿De qué se trata señor secretario?
-- Que si los evolucionistas no pueden ni con la supervivencia de las especies, que es el mínimo; ¿cómo se atreven a postular el transformismo a especies superiores?
--¡Muy bien dicho, señor secretario! La menor comparación de los máximos y mínimos requeridos con los hechos finiquita todo el asunto.
-- ¡Ustedes han de ser de los retrógrados que afirman que Dios creó el mundo en seis días!
--¿Qué opina usted, señor fiscal; y usted señor secretario?
--Si me permite Su Señoría, mi suegro que también lo es del señor secretario viene por mí para ir a comer, y acaba de hacerse presente en la antesala. Es el experto que necesitamos.
--Hágalo pasar señor fiscal. Y explíquele en el camino el problema. Redúzcalo a plazos cortos versus plazos largos en función de la complejidad del proyecto.
Entra el experto al juzgado.
--A sus órdenes, señor Juez: El asunto es apasionante en el terreno científico; porque verá, hay procedimientos de laboratorio que exigen largos períodos de tiempo; y otros, por el contrario, que para darse exigen tiempos muy cortos. En general lo complicado puede requerir fracciones tan cortas como fotografiar una bala en vuelo, y lo elemental como el añejamiento en barricas muchos años.
--Eso es interesantísimo. ¿Cómo se determina el plazo en función de la complejidad?
--La ciencia moderna, Su Señoría, tiene la capacidad de construir modelos operativos, de hacer simulaciones. Entre los problemas más complejos está el diseño de nuevos tipos de aviones, sistemas sofisticados si los hay entre los ingenios modernos. Sin embargo, no hay avión que tenga la perfección y complejidad de los seres vivos. El más sencillo de los seres vivos que vemos volar, --pongamos por ejemplo un mosquito-- es capaz de reproducirse; lo que de imitarse abarataría enormemente el precio de los aviones que carecen de esa y de muchas otras funciones vitales. Pero. . . Tal es su complejidad que a nadie se le ocurriría fabricar un mosquito, ni siquiera una célula viviente del mismo. Por ejemplo: e-coli, bacteria unicelular que habita el tracto digestivo de los mamíferos es tan compleja como una ciudad industrial. Y si eso podemos decir de una sola célula elemental, ¿qué diríamos de fabricar el conjunto de los seres vivos, millones de especies que requieren una organización estructurada en conjunto, y perseverar en un delicado equilibrio para subsistir?
--Adelante, doctor. Hablaba usted de modelos y simulaciones.
--Lo primero que se requiere es tener una idea de la complejidad del problema, y la naturaleza misma nos da la clave. Hará unos sesenta años que en Australia se premió en efectivo la muerte del lobo australiano por los daños que causaba a los rebaños. Tanto éxito tuvo que acabaron con ellos, son una especie extinta, y el resultado inmediato demostró que hay remedios miles de veces peores que la enfermedad. Libres de su enemigo natural los conejos se reprodujeron tanto que Australia se quedaba sin cosechas y sin rebaños. Las cosechas iban a parar a las panzas de los conejos. El caso se repitió con sus variantes en enero de este 2009 en una isla diminuta al sur de Australia; lo que para no alargar abrevio al lugar en Internet que lo reporta en inglés como "Macquarie Island faces 'ecosystem meltdown' after conservation efforts backfire" véalo en: http://www.guardian.co.uk/environment/2009/jan/13/macquarie-cats-conservation
--Lo doy por bueno sin verlo. Siga usted con su exposición doctor.
--De la misma manera que hacemos simulaciones para volar aviones antes de construirlos y probamos distintas configuraciones antes de volarlas, podemos introducir especies dentro de un entorno determinado. Nuestro entorno tendrá como meta permanente el equilibrio entre las especies para impedir que se dé un caso de desequilibrio capaz de destruir el mundo como los conejos --exagerando un poco-- estuvieron a punto de acabar con Australia. Eso nos va a obligar a apegarnos a la cadena alimenticia. Cada X número de conejos con su lobo. ¿Me doy a entender hasta aquí?
--Sin duda, hasta parece fácil. ¿Cuál sería el objetivo de la simulación doctor?
--El objetivo sería precisamente determinar la rapidez requerida para montar el sistema en base a su complejidad señor juez.
--Me parece extraordinario. Eso es precisamente lo que queremos. Siga usted por favor.
--El que parezca fácil es lo engañoso del asunto. La ecología es ante todo un sistema interactivo de un dinamismo único, y de una complejidad que nos rebasa. Un solo virus como fue la Peste Negra el siglo XIV acabó con la tercera parte de la población de Europa. Una pandemia así de mortífera, si le añadimos que pudieran sobrevivir los virus varios días sobre los objetos y que contagiaran al tacto pondría fin a la humanidad. A lo que vamos llegando es al hecho de que, mientras más especies vamos añadiendo, más se dificulta conservar el equilibrio y no al revés. Permítame el ridículo de compararlo con una orquesta a la que se le van añadiendo músicos para tocar una sinfonía. Mientras más músicos añadamos más difícil se vuelve la coordinación que exige su armonía. La diferencia con nuestra orquesta imaginaria radica en que las especies carecen de partitura y de un director visible para guiarlos, y tampoco son una centena de músicos sino mil millones de especies. Para ser justos tendríamos que asignar partituras tan diferentes como sería de esperar del elefante y la hormiga. Como verá, no podemos ni imaginar la millonésima parte del problema real que la falsa ciencia quiere someter a la magia de una palabra que supuestamente lo resuelve todo, la palabra evolución. Es por esto que nuestro simulador muy pronto se muestra inservible, ya que se va pareciendo más y más a un colchón viejo al que se le disparan los resortes; y no acabamos de reparar uno de ellos cuando ya se botaron dos o tres más. Aquí tenemos el señalamiento claro. Ahora le dejo a usted señor la conclusión de este asunto, juzgue usted que es el juez.
--Por lo dicho hasta aquí, doctor, la solución más práctica estaría en comprar un colchón nuevo.
--En efecto señor. Más allá de su sonrisa ha dado en el clavo. El problema fue siempre cuantos de cada especie, y en qué orden debíamos de introducirlos dentro del sistema. El problema más complejo concebible de partes y su ensamble. La única solución capaz de conservar el equilibrio sin que todo estalle o se desmorone obligándonos a recomenzar a construir el sistema es hacer lo que con todo colchón nuevo: sacarlo completo de fábrica, como sacamos todo lo complejo de nuestras industrias, como producto terminado: Hay que sacar la ecología completa de golpe. Un sistema de esta magnitud de complejidad no tiene otra solución que la inmediatez. Nunca verá usted que un avión se envíe para su diseño y producción a mil fábricas distintas porque no saldría jamás. Mucho menos que, en la medida que se pretenda hacer algo grande y complejo se apele a un número mayor de directores generales para que nunca se pongan de acuerdo entre ellos. La evolución de las especies como fenómeno puramente material estaría peor; cada especie sin siquiera un director para programarla y dirigirla. Como verá, el evolucionismo materialista es idiota.
--Le creo doctor. Mi fallo está por un solo Planificador y Director Creador: Dios. Y por cuando mucho seis días de la Creación. . . ¡Ah! Y se me olvidaba: veinte años de cárcel a su cliente por asaltar el banco ¿abogado?
Tras la carcajada vuelve a hablar el Secretario:
-- Su Señoría, con mi suegro viene mi cuñada. Es monja y se ha especializado en los escritos de los místicos. Se me ocure que pudiera haber algo alusivo al tema de la Evolución de las especies que pudiera platicarnos.
--Hágala pasar señor secretario, de verdad que me siento orgulloso de mi juzgado. Después, si tuvieran la amabilidad de aceptar mi invitación los invito a todos a comer. Como charla de sobremesa podremos poner algún toque adicional que nos siga enriqueciendo a todos.
IV

3º Preguntándole al Creador.

--Pásale querida Mari, todos tenemos interés en cualquier observación del cielo sobre las tonteras de Darwin que nos quiere hacer descender del mono.
Todos se saludan, y pregunta el señor juez: ¿Sabe usted algo al respecto querida madre?
-- Lo único que me viene de momento a la memoria está tomado de María Valtorta, señor juez. María Valtorta es una mística italiana excepcional traducida a todas las lenguas cultas de occidente. Es la autora de lo que en español se imprimió en once tomos como "El Hombre-Dios" y después con una mejor traducción en diez tomos más grandes con el título de "El Evangelio Como me fue Contado". Su lectura es a tal grado sorprendente que conozco a un sacerdote que lo ha leído completo ya ocho veces, y todavía me dice que no piensa leer otra cosa en los días de su vida. Créanme, yo tampoco.
-- ¿Y el asunto que nos interesa viene en "El Evangelio como me fue Contado" ?
-- No señor Juez. Forma parte de revelaciones adicionales que los editores titularon "Los Cuadernos". La cita es muy breve, pero la recuerdo de memoria por su actualidad e importancia: Dice Jesús "En relación a ese grave error que tanto daño ha causado, no sólo es imposible al chango evolucionar hasta el hombre; sino que ustedes mismos no pueden, ni con toda su tecnología, rebajar a un hombre hasta el mono. Podrán ustedes embrutecerlo, envilecerlo y dañarlo gravemente; pero jamás lo convertirán en mono, porque el mono tiene su propia perfección".
Se hace el silencio en la sala por varios minutos, hasta que el doctor retoma la palabra como experto.
-- En efecto, y ese es para mí el mayor obstáculo que enfrentan los evolucionistas; ya que en justicia no tiene Dios porqué darnos explicaciones tan obvias que no haya biólogo que desconozca la perfección no sólo del mono, o de la libélula, sino de decenas de millones de especies conocidas y clasificadas, y todas ellas perfectas. La pregunta es muy sencilla: ¿Hacia dónde, o hacia qué van a evolucionar ¡si perfectas ya son! Sí perfectas tienen que ser para existir y perpetuarse. Para nuestra sobremesa dejaré el hecho del fanatismo religioso de los judíos que son los únicos con razones para tratar de imponer su evolucionismo al mundo. El sólo hecho de la fuerza con se expone y exige creer en este ridículo absurdo de la evolución los pone en evidencia. Son ya casi ciento cincuenta años los perdidos por la ciencia tratando de encontrar evidencias a favor de Darwin y correlegionarios sin poder, obviamente, encontrar una sola. . .
-- Bueno doctor, ¿no tiene hambre que podamos dejar el resto para la sobremesa? Señor secretario, así como ha tomado las minutas de todo lo que hemos visto el día de hoy, se servirá tomar las de la sobremesa para su próxima publicación en este mismo blog.
-- De acuerdo, Su Señoría.