miércoles, 11 de marzo de 2015

La dramática denuncia-condena desde el cielo para el judas Wojtyla



El jueves 24 de abril de 2014 ocurrió en Lombardía, Italia, un accidente fatal. Un extraño crucifijo curvado y cabeza abajo, sostenido por un largo tramo de madera de 30 metros se rompió con un crujido, cayendo los 650 Kgs. de peso de su extraña figura crucificada sobre Marco Gusmini, un joven de 20 años discapacitado de nacimiento que fue el único del grupo cuya incapacidad le impidió quitarse a tiempo. El crucifijo fue ordenado por Juan Pablo II para celebrar el centenario del nacimiento de su predecesor Paulo VI; e inaugurado en una extraña misa ante un extraño altar el 20 de septiembre de 1998, en el estadio lleno de la lombarda ciudad y diócesis de Brescia. En el 2005, el extraño monumento fue trasladado al parque del Cevo, en donde ocurrió el accidente tres días antes de la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII en el Vaticano. Cuando corrió la voz de que Marco Gusmini había sido muerto por “la cruz del papa Juan Pablo II;” y de que el joven Marco había tenido su domicilio en la calle de Juan XXIII, lo que enlazaba a ambos por su canonización conjunta el domingo siguiente, la prensa mundial impresionada se preguntó si el cielo reprobaba las canonizaciones; y en los buscadores, con solo introducir el nombre de la víctima se encontraba abundante información por Internet en varios idiomas sobre el impacto del suceso. Para dar una idea, una italiana llamada Bárbara Tampieri que por internet usa el apelativo de Lame Duck (pato cojo) afirma, como marxista, que la noticia la hizo flaquear en su ateísmo. Para muestra con un botón.

Este crucifijo es la clave del misterio de lo ocurrido con Juan Pablo II. ─Para comenzar, no se trata de una imagen que pueda identificarse cristianamente con Jesucristo, aunque obviamente es lo que se pretende dada la injerencia de un papa para celebrar una misa en un estadio lleno ante ella. La curvatura del estipes, o palo vertical de 30 metros de largo forma un arco humillante hacia la entrada que tomó el papa, haciendo así que se inclinase en público ante él.

Para que la cabeza colgara de manera tan pronunciada, se requería que las vértebras más próximas a la cabeza estuvieran cercenadas. Se trata de un crucificado colgante de cabeza y decapitado. Para la ceremonia inaugural del raro monumento, el extraño altar estaba decorado con 20 láminas grandes representando llamas. Es un condenado que surge del quemante infierno para caer después a tierra. La cabeza colgante carece de la corona de espinas, pero un par de cuernos le salen de entre el pelo. El padre Luigi Villa --del famoso blog Chiesa Viva en internet-- encontró en las fotografías de la cabeza, un como mechón de pelo del lado izquierdo, que figura una serpiente que apunta al centro de la frente; y como experto en la simbología masónica hace todo un tratado de los numerosos símbolos presentes para el homenaje a Montini –Paulo VI—como se celebró ese 20 de septiembre del 98 con lujo de detalles a consultar en su blog. Este blog de Chiesa Viva lo dirige ahora, por el fallecimiento del padre Villa, el Dr. Franco Adessa; y las fotografías se localizan en el número especial de julio de 2014.El numero alusivo aquí:

Ahora bien, esto es parte del asunto, pero quedan por resolver dos preguntas que exigen respuesta:

1.- ¿Quién es ese crucificado con el cual pretendía Juan Pablo II suplantar al verdadero Jesucristo?

2.- Puesto que el papa no puede agradar a la Iglesia que oficialmente encabezaba con un bodrio semejante, ¿a quien quería agradar, y con qué objeto que… finalmente le costó la vida?

Una de las claves nos es dada por la gente a la cual, extrañamente para nosotros los católicos privilegiaba en sus intereses y frecuentaba; y con quienes aparecía fotografiado mostrando siempre gran respeto; y a favor de quienes legó testamentariamente sus bienes.
El investigador y escritor Atila Sinke Guimaraes, de origen brasileño que hoy radica en los EE.UU., dio amplio seguimiento fotográfico ─en su Tradition in Action por internet─ a este aspecto fundamental del papa Wojtyla, y de los fortísimos lazos que unían a Juan Pablo II con los rabinos del mundo sobre todo al final de su vida. He aquí el artículo y las fotografías

 Fue Juan Pablo II el primer papa que, rompiendo con todo precedente, tuvo la audacia de visitar una sinagoga a pesar de radicarse allí el Talmud blasfemo; y fue a Elio Toaf,  el entonces Gran Rabino de Roma, a quien nombró en primer lugar en su testamento. Fueron los rabinos a los que convocó al Vaticano, y acudieron en masa a visitarlo al final de sus días. ¿Para qué?

Nada más sencillo, entonces, que buscar en el libro de los rabinos  ─el Talmud de Babilonia─ la respuesta. Y esto es lo que encontramos en su lenguaje críptico por el cual llaman a Jesucristo Balaam; Crónica de Balaam al Evangelio; y Phinehas el ladrón a Poncio Pilato. En el 106a da el precedente, pie de página 41: As a punishment for wishing to curse Israel he was degraded from a prophet to a soothsayer. Como castigo por su deseo de maldecir a Israel, fue degradado de profeta a adivinador. Lo de la maldición sobre Israel es cierto conforme al Evangelio. Los condenó a la destrucción como pueblo, y la sentencia la cumplieron los ejércitos romanos en las tres guerras con los judíos. En el pie de página siguiente, aunque blasfemando, se refiere a la relación de la madre de Balaam con un carpintero (San José, obviamente).
Sanedrín 106b, edición Soncino: “Did the children of Israel slay with the sword among them that were slain by them.  Rab said: They subjected him to four deaths, stoning, burning, decapitation and strangulation”.
 Los Hijos de Israel, ¿mataron a espada de entre ellos a aquel que los llevó a la muerte? Dijo Rab: Lo sometieron a cuatro muertes: apedreamiento (haciéndolo caer a tierra – de ahí la curvatura hacia el piso del crucificado); quemándolo (las llamas); decapitación- ya visto; colgándolo. Las aclaraciones entre paréntesis vienen de los pies de página del mismo capítulo 106 a y b.
He aquí el texto del pie de página en el idioma original: “This is suggested by the use of the plural 'among them that were slain by them,' intimating that the various deaths inflicted upon others were all suffered by Balaam. Thus he was hung (strangulation), a fire was lit under him (burning), his head was struck off (decapitation), and then he was allowed to fall to earth (stoning);
“A certain min  said to R. Hanina: Hast thou heard how old Balaam was? — He replied: It is not actually stated, but since it is written, Bloody and deceitful men shall not live out half their days, [it follows that] he was thirty-three or thirty-four years old.  He rejoined: Thou hast said correctly; I personally have seen Balaam's Chronicle, in which it is stated, 'Balaam the lame was thirty years old when Phinehas the Robber killed him.'”
Un cierto min (hereje) dijo al rabino Hanina: ¿Sabes qué edad tenía Balaam? Le contestó: No está precisado, pero estando escrito que los engañadores y sanguinarios no llegarán a la mitad de sus días, tendría unos treinta y tres o treinta y cuatro años. Retomando la conversación, el min añadió: dices bien. He visto personalmente la Crónica de Balaam que dice: Balaam el cojo tenía treinta años cuando Phinehas el ladrón le quitó la vida.
La edad de Jesucristo la tomaron los rabinos del Evangelio de San Lucas. Este asunto del cojo valida, curiosamente, a la Sábana Santa de Turín; ya que en ella, por razón del rigor mortis, el crucificado de los pies con un solo clavo, al tener un pie sobre el otro parece tener una pierna más corta que la otra en la reliquia. Encontrar en el libro blasfemo de los judíos un apoyo del siglo cuarto a la autenticidad de la Sábana Santa es sorprendente. En cuanto a que Poncio Pilato recibiera el calificativo de ladrón, era lo acostumbrado para las autoridades de Roma que se habían “robado” el poder sobre Israel y ejercían toda la autoridad civil.

Hemos resuelto la primera pregunta: ¿Quién es ese crucificado con el cual se pretende suplantar al verdadero Jesucristo?
Se trata del mismo Cristo, pero visto y distorsionado por la óptica del libro blasfemo del judaísmo, el Talmud. Aquí está la fuente original de Sanhedrin 106 a y b

Pasamos a la segunda: “Puesto que el papa no puede agradar a la Iglesia que oficialmente encabezaba con un bodrio semejante, ¿a quien quería agradar, y con qué objeto que… finalmente le costó la vida?

Aquí la respuesta es única e ineludible, a los rabinos, los judíos del Talmud de Babilonia. Como precisé en mis escritos anteriores, tengo un blog alusivo a estos temas: www.perfidiaconciliar.blogspot.com en el que demuestro (¡como si hiciera falta!) tocando el tema de sus funerales, que había alcanzado ya la máxima gloria que reserva el mundo a sus prohombres.
He aquí el artículo: ¿Aparece el cadáver de Juan Pablo II en el evangelio?

 Había ido a Gog y a Magog, había logrado medrar a costa de todos. Pero se encontraba ya ante lo inevitable de su propia muerte, y una sola corona le quedaba por alcanzar en ese mundo que había puesto a los pies de su propio pueblo, el pueblo judío. Quiso el triunfo definitivo de ser proclamado el Mesías, el esperado, y el único que había dado a los judíos el gobierno del mundo, y ser la figura central de la historia en el lugar de Jesucristo. Lo quiso disfrutar en vida, en la única vida que cree un ateo. Era para tontos que se le honrara así después de muerto. Quería en vida lo que en vida se había ganado. El muy largo desfilar de los rabinos por el Vaticano no podía tener otro objetivo, como tampoco podía tenerlo su última visita a Jerusalén, para colocar en el Muro de los Lamentos a nombre de la Iglesia sus disculpas por el daño ocasionado, según los judíos, a los judíos. Había destronado a Cristo en su propia Iglesia con el Concilio, y con más de 25 años de papado, había puesto en Brescia un Balaam que sería la firma definitiva de su pontificado, pero ya no podía hacer más.  Le explicaron que no sería posible hasta no afianzar sobre el mundo la dictadura global tan absoluta como ya la habían ejercido sobre la Unión Soviética. Pero no quiso atender razones. Tenía el poder y la audiencia.
Recordemos la extrañeza que nos produjo que antes de morir hubiera perdido el habla, y que poco tiempo después se le proclamara muerto. Recordemos su última aparición en la ventana, y de ella su mirada de ira y desesperación; ¿por no poder hablar?

 Tuvieron que enmudecerlo. No hay más que pueda inferirse, deducirse o pensarse del cúmulo de pruebas que se completaron con la llamada cruz del papa, y su providencial desplome para aclararlo todo. Tuvieron que matarlo para evitar que arrojara siglos de planeación por la borda. Y de no haber sido por la muerte providencial de Marco Gusmini un jueves, para revertirlo todo el domingo siguiente seguiríamos en las mismas; pero de ese jueves apuntando al domingo del triduo de la debacle para el Vaticano vendrá la resurrección de la Iglesia. Se hizo gran luz para el mundo, y las tinieblas se ciernen ahora sobre el Vaticano conciliar del Anticristo. Los pusieron como santos, ¡ahora los tendrán que bajar hasta el Infierno!

Pero que este sujeto disfrazado de papa haya sido un demonio no sorprende a los que conocimos su trayectoria y sus escritos; y los denunciamos. Verá usted por sus encíclicas satánicas que lo del Balaam no tiene mada de sorprendente: Las encíclicas escritas y publicadas de Juan Pablo II