lunes, 7 de octubre de 2013

El Embrutecimiento Global y el Vaticano. Capítulo I



Capítulo I
El asesinato de S.S. Pío XII

Primeros ritos sobre el cadáver el 10-X-1958. -
 El asesino es el primero de la izquierda
Lo que nunca se hubiera averiguado de no haberlo querido el magnicida.
El mes de octubre de 1958 iban a ser noticia internacional una serie de sucesos a clasificarse entre los más sorprendentes, chocantes, e inexplicables de la historia universal; y su universalidad es irreductible por haber tenido lugar alrededor de la figura egregia de un papa, y no de un papa cualquiera, sino de aquel que históricamente representaba el prestigio máximo del papado a los ojos del mundo y de la Iglesia en los últimos siglos; prestigio que en adelante sufriría un desplome casi total fruto de la calumnia; fruto igualmente de la usurpación por falsos papas que, en vez de defender a la Iglesia de sus detractores eran los primeros en sumarse a las invectivas y calumnias masónicas pidiendo disculpas por todo aquello de lo que sus enemigos habían tradicionalmente acusado a la Iglesia. ¿Puede haber mejor prueba de que el enemigo había tomado la plaza?

Heriré al pastor y se dispersará el rebaño (Mateo 26:31)
Así tenía que suceder, porque el mismo Dios y Hombre, el Hijo Único de Dios y de la Virgen María lo había fijado a futuro: "Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos". (Mat 24:24)

 Profeta, por definición, es el que habla por Dios, el autorizado. El éxito prometido: "engañarán de ser posible, aun a los escogidos" nos habla de una maquinación fraudulenta exitosa a nivel mundial. En el nuevo testamento los papas han sido, tradicionalmente, los que hablan a nombre de Dios. Por tanto "falsos profetas" es sinónimo de falsos papas. Por lo demás ¿cómo pueden levantarse exitosamente falsos Cristos si no es como falsos papas?

El drama se extendía ese mes de octubre como escándalo que rebasaba lo eclesial, afectando aún más a la profesión médica y a Italia entera. Un médico, el de mayor prestigio no solo en Italia, sino por su renombre en el mundo entero: un Arquíatra; un paradigma de lo sagrado de la medicina y de seriedad de las profesiones había arrojado por la borda --horrorizando al mundo con sus fechorías-- su dignidad personal y profesional.

Arquíatra (jefe de médicos), es el título oficial del médico responsable por un soberano pontífice de la Iglesia Católica.


El Arquíatra al pasar un puesto de guardia
 Riccardo Galeazzi-Lisi, el médico personal del papa Pío XII iba a ser suspendido como facultativo por los médicos de Italia, golpeados por los escándalos de Galeazzi con más fuerza que nadie. Su licencia le fue retirada para impedirle ejercer; su presencia en el Vaticano ya había quedado prohibida ad perpetuam por el cardenal Tisserant cabeza del Cónclave en formación. Pero lo inaudito hasta ese día nos dejaba incrédulos, el escándalo magno quedaba sin explicación. ¿Qué pudo mover a este hombre que ciertamente no estaba loco, a parecerlo? ¿Qué impulsó a este médico destacado a los ojos del mundo a portarse peor que un imbécil? ¿Qué fue lo que arrastró a este arquíatra a cambiar su gran fama por el mayor desprestigio concebible para un médico, hasta quedar convertido en un pobre diablo de desprestigio monumental?

Porque no pudo negarse, aun entonces, que si su meta era desprestigiarse como forma de suicidarse no habría podido inventar forma más efectiva, más grotesca, ni más cruel. Pero lo asombroso fue descubrir que, lejos de odiarse hasta el suicidio demoledor de su esplendoroso curriculum vitae y de la dignidad de su familia, lo que pretendía era inmortalizarse. Casi diez años tendrían que pasar para que los indicios de esta asombrosa explicación comenzaran a develarse al verse la demolición de la Iglesia con el Concilio Vaticano II.

El Móvil en su precedente histórico
Templo de Artemisa en Éfeso

  Eróstrato se llamó el incendiario del templo de Artemisa en Éfeso, templo considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Quiso la Providencia dar mayor realce al hecho haciendo coincidir el nacimiento de Alejandro Magno el 21 de julio del año 356 A.C. con la fecha del incendio. Lo narra Plutarco, y le hacen eco Valerio, Aulus Gelius, Strabo, Cicerón, San Jerónimo, y otros.

 Valerio Máximo nos da esta elocuente versión: La concupiscencia de la fama es sacrílega, al grado de haberse hallado un hombre que quiso incendiar el templo de Diana en Éfeso, para lograr por medio de la destrucción del más bello edificio que su nombre fuera conocido por el mundo entero. Puesto a tormento confesó su infamia, y votaron los efesios el decreto de borrar para siempre su memoria, lo que habría tenido éxito, de no haber sido por el genio grandilocuente de Theopompus incluyendo su nombre en sus historias.


 La Revolución Programada
 Muchas eran las exigencias de la revolución para que esta pudiera alcanzar un éxito total en la Iglesia, y la mayor era que la sucesión en el trono papal llegara en el momento preciso, lo que equivale a asesinar al Papa en el momento en que todo estuviera dispuesto para que un cónclave pudiera elegir a un cardenal determinado. Una falla podría dar lugar a muchos años de retraso, y la fecha de 1960 para abrir el secreto de Fátima que descubriría los planes de la revolución estaba próximo. Destacamos aquí a uno de sus protagonistas principales, sin duda; pero aun así poco recordado. A un hombre en quien los afanes de Eróstrato se identificaban sin mengua con el fanatismo por su causa. A un hombre que se sentía predestinado a cambiar los derroteros del mundo. Fue el primer Eróstrato eclesial, al que seguirían los papas conciliares, incendiarios, fomentando escándalos doctrinales, morales y financieros. Buscan la fama del Mesías Verdadero para los talmúdicos, queriendo suplantar a Cristo con el pueblo judío moderno, los del Holocuento del holocausto que Benedicto XVI y su secuaz "Francisco" pretenden dogmatizar para los cristianos y para el mundo entero. Seis millones de falsas víctimas para desplazar a Cristo en las profecías del Mesías Doliente del profeta Isaías. En palabras de Valerio Máximo "La concupiscencia de la fama es sacrílega" lo que viene al caso por los atentados doctrinales y litúrgicos del Concilio Vaticano II. El probable homicidio de Juan Pablo I habría tenido por móvil dentro de este esquema, que su supervivencia se hubiera convertido en un impedimento a la proclamación del falso holocausto del conocido Holocuento.

 
S.S. Pio XII
Veintiocho años antes de la muerte de Pío XII, Riccardo Galeazzi-Lisi iniciaría una relación profesional tan fuerte con su víctima que el papa nunca cambió de médico. Como Arquíatra, o jefe de médicos del Vaticano había adquirido estatura y fama universal, no sólo para cientos de millones de católicos, sino para el mundo entero. Fue así hasta el 20 de octubre de 1958, fecha de su merecidamente vergonzoso despido por el cónclave de cardenales reunidos para elegir al sucesor de Pío XII, dejándolo proscrito con interdicto a volver a poner píe en el Vaticano de por vida.

Tras la muerte de Pío XII, la hipócrita amistad y respeto que aparentó a los ojos de su víctima en su estrecha relación profesional rodó por tierra, haciendo parecer profética la narrativa de Stevenson que ha recorrido el mundo como "El Doctor Jekill y Mr. Hyde". En efecto, la sagrada persona del pontífice iba a sufrir el máximo demérito posible en manos de su Arquíatra embalsamador. En vez de seguir un proceso lógico para embalsamar el cadáver, ciencia inseparable del sentido común, Galeazzi siguió una técnica para producir un efecto acelerador de la descomposición del cadáver que no tardó en surtir efectos a ojos del mundo con el consiguiente horror y asco de los que lo presenciaban. En vez de extraer del cadáver los líquidos, y de desplazar la sangre hacia afuera remplazando con formol no hizo incisión alguna; y en vez de procurar que se mantuviera frío, lo embolsó en celofán grueso para que las elevadas temperaturas de octubre en Italia aceleraran la corrupción natural del cadáver. La prensa, que poco después se derritiría en elogios y apilaría calificativos sobre el "Buen papa Juan" de la falsa iglesia, y sobre sus teólogos progresistas, describió guardias suizos que se desmayaban por el hedor del cadáver putrefacto al que se le había caído ya parte de la nariz. Erigir la iglesia de la idolatría del hombre exigía sepultar, por medio del doctor Jekill de la vida real convertido en Mr. Hyde, la sagrada dignidad de un papa verdadero y hombre de estatura universal bajo lo macabro, lo repulsivo, lo hediente, lo horripilante.

 Vendría después la calumnia del "Papa de Hitler"; el Holocuento del holocausto, y las canonizaciones de los marranos (mote histórico aplicado a los falsos conversos del judaísmo) para impedir que la verdadera Iglesia resurgiera. Hechos todos que, conjuntados, arrojan la luz indispensable sobre los inauditos sucesos posteriores ocurridos dentro de la Iglesia Católica, y que estaban profetizados por la Santísima Virgen en La Salette: "Roma apostatará de la fe y se convertirá en la sede del Anticristo. La Iglesia quedará eclipsada".

 El último escándalo del Arquíatra para no pasar desapercibido fue su venta de fotos tomadas por él de la agonía de Pío XII junto con el "Diario" en que sigue momento a momento su desarrollo. Ya inmediatamente a la muerte del Papa se habían abierto las puertas a los fotógrafos de la prensa para que tomaran fotos al cadáver en condición aun impresentable; y el responsable como autoridad local por sus funciones en Castelgandolfo era Galeazzi-Lisi. Este conjunto de hechos violatorios en extremo de la ética profesional condujeron a que se le expulsara de la profesión médica.

 Eróstrato bajo tortura se vio obligado a confesar la causa de su atentado sin paralelo, quería pasar a la historia dejando en ella su nombre imborrable. Los esfuerzos por impedir que se saliera con la suya fueron infructuosos. El Arquíatra por su parte no quería, ciertamente, seguir hasta la muerte la atormentada de Eróstrato, la que habría seguido de parte de sus mismos cómplices de haber desvelado el plan completo para alcanzar esta fama de triunfador en vida, que era lo único que le faltaría. Sacrificaba por necesidad su prestigio del momento a cambio del monumento que veía imperecedero dentro de la revolución triunfante. Eróstrato estuvo dispuesto a arrostrar el tormento y la muerte a cambio de la inmortalidad histórica y aun se le recuerda; Galeazzi sacrificaría mucho menos y saciaría su odio de perseguidor de Cristo en la persona de su Vicario. El escándalo, increíble en su momento, no tendría explicación satisfactoria hasta que la revolución en la Iglesia no dejara duda de que el homicidio perpetrado era mucho más decisivo para la historia del mundo que el mero incendio de una de las siete maravillas del mundo antiguo; incendio que era nada, comparativamente hablando, con el incendio de la dos veces milenaria Iglesia forjadora de la mayor civilización de la historia, la Iglesia Católica. Incendio que completaría el Concilio Vaticano II y sus secuelas. Incendio del que Galeazzi era el iniciador, y los consumadores los papas de la teología transmutada en antropología para la idolatría del hombre.

"Recibida del cardenal Tisserant, decano del Sacro Colegio, la autorización para proceder
al embalsamamiento, llamé por teléfono inmediatamente a mi colega el profesor Nuzzi, rogándole viniera sin tardanza a reunirse conmigo. De esta manera, al día siguiente, es decir, en la mañana del 10 de octubre, el profesor Nuzzi y yo, ayudados y asistidos por los hijos de Nuzzi y por mi propio hijo, el doctor Antonello Galeazzi-Lisi, realizamos el embalsamamiento aromático sin tener siquiera que desnudar el cadáver, que ya había sido vestido". Así lo afirma en la página 238 de su libro  "A LA LUZ Y BAJO LA SOMBRA DE PÍO XII",  (Luis de Caralt, Barcelona, 1967); con lo que aporta la confesional indispensable a los hechos que lo llevaron de la cúspide del prestigio profesional al abismo más abyecto e ignominioso del mismo. Confiesa así el Arquiatra lo para entonces ya sabido por todos, que había cometido en la persona del Sumo Pontífice el máximo ultraje que podía cometer un médico con su paciente describiendo, resumidamente, su ridículo método para embalsamar; atribuyéndolo, para colmos, a los deseos que el Papa "le dio a entender", con lo que pretende justificar el más abominable sacrilegio que pudiera cometer un Arquiatra-judas con un papa. Confesión movida con afán más propio de ratificar su erostratismo, que de una esperanza, en cuanto tal mísera e increíble, de llegar a ser creído y disculpado.

 Fueron 28 los años que el santo paciente se puso cual cordero inocente en manos de su verdugo sin hallar jamás causa para sospechar de su fidelidad. La narrativa que hace Galeazzi tiene éxito en su momento por su maravillosa descripción del calor humano que su biografiado puso siempre en beneficio del Arquíatra y su familia; cariño cargado de detalles de ingenio y generosidad sorprendentes, como el de enviar a su casa la alfombra que tanto había disfrutado su hijo de cinco años haciendo cabriolas sobre ella en presencia del Papa pidiendo visitarle de nuevo para seguir jugando sobre ella. Nadie imagina hoy, perdida la opinión pública en la campaña arrasadora de los medios a favor de Juan Pablo II, que Pío XII impusiera tanto y más sin salir del Vaticano que todos sus sucesores juntos. Bajo Pío XII la Iglesia alcanzó el más elevado prestigio moral de su historia; bajo Juan Pablo II el protector de pederastas el mínimo. Bajo Pío XII la iglesia crecía en números a pasos agigantados en vocaciones, en seminarios, en prestigio universal. Bajo Juan Pablo II se consumó la abominación de la desolación proyectada desde el Concilio, el abandono de consagrados, la reducción a cero del esfuerzo misional. Las cífras de la debacle eclesial han sido compiladas y publicadas por Kenneth C. Jones en "Index of Leading Catholic Indicators, the Church Since Vatican II" . Ed. Roman Catholic Books, 2003. 

El Arquíatra sacrificó todo su presente y el de su familia por un futuro, pero obviamente por un futuro que la humanidad sabría valorar por su magnitud. Y no se podía concebir nada más grande que la devastación de la Iglesia milenaria para dar entrada al reino universal del Anticristo de sus ensueños. Será el recorrido completo de esta obra lo que disipará toda duda respecto a la mente criminal del Arquíatra y el móvil creíble, único creíble e indudable de su conducta; porque si su conducta fue aberrante en extremo, la devastación de la Iglesia lo ha sido más aún. Esto, aunque un mundo sin discernimiento entre lo que es de Dios y lo que es del Diablo encuentre difícil contrastar a estas alturas la vileza del mundo, comparada con la Majestad y Santidad del que lo habrá de juzgar. "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" (Mateo 5:48) ¡Atención al purgatorio como explicación!

Julio 19 de 1943. Entre los sobrevivientes
 del primer bombardeo
 Pío XII, como verdadero papa, se jugaba la vida por su grey. Durante los bombardeos de Roma en la Segunda Guerra Mundial salía velozmente sin medir el riesgo de su vida hacia las zonas que estaban siendo bombardeadas para llevar solaz, esperanza, absolución; mientras que Juan Pablo II, en el México que lo idolatraba pasaba en su Papamóvil blindado y a buena velocidad temeroso de un atentado. Regresaba Pío muchas horas después de haber retado a la muerte, las sandalias dañadas y las blancas vestimentas manchadas en sangre. Cuando Tarik Asís, católico, fue a pedirle a Juan Pablo II su presencia para que Irak no fuera bombardeado, este se negó. Más de quinientos mil niños murieron por los bombardeos sobre Irak. Por el contrario, Pío XII, habiendo huido Mussolini de Roma se quedó como buen pastor cubriendo con su misma vida a sus ovejas. Era el héroe de los romanos, il salvattore di Roma. Y el mundo le reconoció que su presencia había salvado a la ciudad.


El 13 de agosto de 1943. Entre el pueblo tras el segundo 
 y último bombardeo que sufriera Roma
Con mentiras que caen por su propio peso ha sido acusado de guardar silencio en el asunto del Holocausto. De ser cierta la masacre de judíos por los nazis, esta se habría divulgado a más tardar con la derrota alemana en abril de 1945. Trece y medio largos años antes de la muerte del papa. ¿Cómo entonces no lo acusaron en vida, esperando cobardemente hasta muchos años después de que Galeazzi-Lisi completara su infamia? Los siempre valientes judíos cayeron en cuenta cuando un lerdo escribió "El Papa de Hitler" que el silencio del papa acusaba la falsedad del holocausto. No podía Pío XII, ni persona alguna, ¡denunciar lo que jamás ocurrió! ¿ Por qué no denunció a Hitler por ese holocausto Churchill durante la guerra, ni lo narró en sus memorias? ¿Qué hizo enmudecer al larguirucho De Gaulle? ¿Se taparon mutuamente la boca Mr. y Mrs. Roosevelt y despúés Mr. y Mrs. Truman? ¿Carecían de espías los ejércitos aliados para que el holocausto no fuera detectado? ¿Iba a desmoralizar a sus tropas que durante la guerra se acusara a Alemania por el holocausto? ¿No habría sido más bien al revés? ¿Por qué no acusaron a Pío XII de haber guardado silencio los gobiernos aliados?

 ¡Qué ridículos estos mitómanos del Holocuento!  Pero se observa la continuidad de la obra de Galeazzi-Lisi propiciando el hedor de lo macabro contra un santo y verdadero gran héroe, la misma hipocresía cobarde por los más degradados de los calumniadores. “El que se ensalce será humillado,” nos dice Jesús en el Evangelio. Y añadimos como corolario:  ¡Y el que miente doblemente! Como afirma desde sus tradiciones el rabino Scholem atribuyendo a Dios la frase dirigida a los judíos: "Cuando hayáis caído hasta lo más bajo, entonces os redimiré". ¿Más???


Jamás calló. Los atropellos comunistas eran continuamente denunciados por él. Aquí en diciembre de 1948 defiende a los húngaros en la persona del cardenal Midszenty arrestado por los comunistas. La plaza de San Pedro, la más grande del mundo hace eco a sus palabras, y es muestra de lo que provocaba en el mundo entero. Jamás se lo perdonarían los que aún muerto lo persiguen con calumnias.

Jamás calló. Fue acallado por el homicida. Sus vibrantes denuncias contra los comunistas fueron inmediatamente sustituidas por acuerdos con ellos. Las denuncias contra los perversos se cambiaron por denuncias anti históricas contra la Iglesia que Pio XII defendió como verdadero pastor. Rezumando hipocresía, los lobos disfrazados de pastores ocultaban su soberbia pidiendo perdón por los "crímenes" de sus predecesores. Calumnia más efectiva no podría inventarse jamás; y el mundo, liberado de toda sospecha pasaba a instituir la legislación talmúdica favorable a la pederastia, al aborto feticida, a la homosexualidad, y a todas las degradaciones morales propias de una humanidad pervertida por falta de cristianos, y a un embrutecimiento apropiado para animales. El corolario es histórico: Igual de satisfecha que hoy estaba la humanidad el día anterior al diluvio, la población de Sodoma y Gomorra antes del diluvio de fuego. Igual de irrepentos todos. Condenando la virtud con la absolución de todo delito y la aprobación a todo pecado. 

¿Y el fundamento de todo el negocio?
Se hunde el mundo en sus vicios y en peligros de guerra mundial

Sin usurpar el Trono de San Pedro no había revolución posible en la Iglesia. Como demuestran los hechos, la visión del futuro de Riccardo Galeassi-Lisi fue a tal grado certera que la Iglesia quedó convertida en la Sede del Anticristo. Lo que esto ha significado hasta hoy como castigo para la humanidad es el tema de los capítulos siguientes, y también la comprobación de que los resultados no podrían dejar de validar el monumento que esperaba de sus secuaces y al que había sacrificado todo, sueño sujeto tan solo a que las puertas del Infierno pudieran prevalecer sobre la Iglesia´.

Pero la promesa de Jesucristo de que las puertas del Infierno no prevalecerían contra ella tiene el precedente insuperable de la Resurrección del Señor; hecho único que justifica que la historia se divida en antes de Cristo y después de Cristo; y que dos libros dividan al mundo por su espíritu contrapuesto de manera absoluta; el de Su Palabra en la S. Biblia, y el satánico de los rabinos: el Talmud de Babilonia. 

El Anticristo del Talmud obtuvo tras el magnicidio de Pío XII toda una era de falsos papas dignos de todo desprecio como quedará comprobado en los capítulos siguientes. Correspondientemente hacemos valer el dicho que "el que por su gusto es buey. . .hasta al Papa Pancho (Pancho es mote genérico para los Franciscos en México) se acomoda de coyunda".

¿Qué disculpa les queda a estos acoyundados, advertidos por el evangelio, por místicos y santos a través de la historia, y por la Santísima Virgen en la Salette, y que todavía no dan crédito? "Roma apostatará de la fe y se convertirá en la sede del Anticristo. La Iglesia quedará eclipsada". El cumplimiento pleno de esta profecía describe la realidad actual de la Iglesia.

Repetimos el corolario es histórico: Igual de satisfecha que hoy estaba la humanidad el día anterior al diluvio, la población de Sodoma y Gomorra antes del diluvio de fuego. Igual de irrepentos todos. Condenando la virtud con la absolución de todo delito y la aprobación a todo pecado.

¡Y tan satisfechos con los falsos profetas se encuentran hoy como acomodados a sus vicios. Pecados, delitos y vicios para su perdición eterna!

Contra Jesucristo que afirma: "El camino es estrecho y la puerta angosta, y pocos son los que dan con él", el payaso sonriente, Francisco, hace más ancha la puerta y quita los señalamientos de peligro hasta para homosexuales y abortistas: ¿Quién soy yo para juzgarlos?

Contra el Redentor que nos dice: "Yo soy el camino" el Papapancho invita, para acomodarnos incondicionalmente a todos: "Hay que buscar caminos". Contra El Héroe del Calvario que nos invita a tomar nuestra cruz para seguirle y nos previene contra escandalizar, el escandaloso Papayaso invita a la juventud a vivir sin trabas --¿quién soy yo para juzgarlos?-- y proclamar su liberación del yugo del Evangelio: ¡hagan ruido! 

Queda un problema: Si el rechazo completo a Cristo que los marca desde el Concilio Vaticano II impide que se sigan llamando cristianos, y con mayor razón Sus vicarios, Sus representantes, Sus autoridades. . .¿por qué no están en la cárcel por el delito de fraude a mil millones de católicos?